La que podría ser la última colección de Marc Jacobs para Louis Vuitton, pues los rumores sobre su contratación en Dior son cada vez más fuertes, tuvo un halo de belleza melancólica, sutil ternura ysensualidad entrañable. ¿Será que se está despidiendo de la casa que le dio tanto?
Los cortes impecables, la manufactura de los detalles, la soltura de telas que vuelan y juegos de luz en transparencias deliciosas son de nuevo los objetos con los que el mago de la tijera jugó. Por si fuera poco, decidió que tal fantasía merecía un carrusel, más que digno escaparate para una colección que nos recuerda la magia que una pieza de ropa puede proveernos y que, en el mundo de la moda todavía hay mucho por verse. Prueba de ello: la presencia de Kate Moss, dulce como pocas veces, desfilando con un vestido de ensueño.
Mientras se decide o no sobre su futuro en Christian Dior, Marc Jacobs tuvo a bien entregar una colección digna de aplausos, una colección hermosa. Cabría decir: ¡Bienvenidos al festival Louis Vuitton!
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